Líderes políticos mundiales acuerdan en Estambul promover la salud sexual
La crisis reduce la inversión en planificación familiar y educación reproductiva en todo el mundo
Millones de personas no tienen acceso aún a métodos anticonceptivos. Alrededor de 300.000 mujeres fallecen cada año por causas relacionadas con la maternidad, muchas veces por no haber tenido una planificación familiar adecuada y otras por falta de atención especializada en el embarazo y el parto. La mayoría de estas mujeres viven en países en vías de desarrollo, aunque la falta de inversión en programas de contracepción y de educación sexual han provocado grandes carencias también en los países desarrollados, como el aumento de las enfermedades de transmisión sexual o los embarazos no deseados. Para tratar de paliar estos problemas, más de 300 líderes mundiales se han comprometido hoy en Estambul a invertir en programas de salud sexual y reproductiva.
La Declaración de Estambul, firmada por parlamentarios de 110 países, recoge las principales líneas de actuación para avanzar hacia los Objetivos de Desarrollos del Milenio –marcados por la ONU para 2015— en materia de salud sexual y reproductiva, y trata de dar continuación a lo acordado por los países El Cairo en 1994.
No queda mucho tiempo, apenas tres años para sortear la complicada situación económica y alcanzar la meta determinada. Pero aunque han pasado ya casi 20 años desde ese primer acuerdo en Egipto para promover la salud reproductiva, la planificación familiar y la igualdad, el camino hacia la línea de llegada es más lento. Un avance ralentizado ahora más que nunca por la complicada situación económica. Sin embargo, la crisis, ha advertido George Tsereteli, presidente del Foro Parlamentario sobre Población y Desarrollo –una de las organizaciones promotoras, junto al Fondo de Población de la ONU (UNFPA) (, de la Conferencia–, no puede ser una razón ni una excusa para frenar la inversión en salud sexual y reproductiva. “Estamos hablando de temas fundamentales. Cualquier inversión en estas materias, en prevención y en educación, reducirá más tarde los gastos en tratamientos médicos” ha dicho. Un argumento que ha repetido Babatunde Osotimehin, director de UNFPA. “Es una cuestión de derechos humanos y de igualdad. Todo individuo debe poder elegir y determinar el tamaño de su familia”, ha dicho. “Debemos luchar para que la salud sexual y la planificación familiar sean universalmente accesibles. Hay que movilizar recursos. Los presupuestos tienen que tener una partida destinada a ello”, ha reclamado…
Todo individuo debe poder elegir qué hacer con su vida y determinar el tamaño de su familia” Sin embargo, la situación actual no es nada halagüeña. Los países en desarrollo tienen cada vez más dificultades para destinar fondos a programas de salud reproductiva, pese a sus compromisos con la ONU; los donantes privados son cada vez menos –y los que aportan lo hacen en menor medida–; y los países más desarrollados comienzan a olvidarse de dotar de fondos estos proyectos. El presupuesto destinado, por ejemplo, a planificación familiar ha decrecido paulatinamente en todos los países desde 1999.
Para Sefiye Cagar, director de relaciones exteriores de UNFPA, uno de los principales problemas es que los Gobiernos consideran la salud reproductiva un “asunto poco importante”, razón por la que no invierten en programas de planificación familiar ni educación sexual, dice. Algo que preocupa también a los expertos. “La salud sexual y reproductiva es un factor clave para el desarrollo de la población; no es solo una cuestión de derechos humanos también es vital para el desarrollo económico y social de los países”, ha recordado Gita Sen, profesora de Salud y Población mundial de la Universidad de Harvard –que ya estuvo en la Convención de El Cairo–, que ha criticado la falta de financiación para programas de prevención y educación.
En España, por ejemplo, los últimos recortes presupuestarios de Gobierno y comunidades han eliminado partidas clave como el Plan Nacional sobre Sida o fondos destinados a actividades de planificación familiar. Tampoco los métodos anticonceptivos financiados terminan de arrancar, y
falta un verdadero programa de educación sexual en las escuelas; tema, además, polémico para ciertos sectores conservadores.
Los recortes en España han eliminado fondos destinados a actividades de planificación familiar
Educación sexual como prioridad,
Sin embargo, la declaración de Estambul recoge como una de las líneas prioritarias la “reforma de los currículos escolares para proporcionar a los adolescentes y jóvenes una educación integral sobre sexualidad”.
También que se tratarán de aumentar los fondos para ayuda al desarrollo al menos hasta un 10% del PIB. Aportación para tratar de lograr, por ejemplo, acabar con una realidad que provoca que una mujer muera en el mundo cada dos minutos a consecuencia de problemas con el embarazo o el parto –hemorragias, infecciones o abortos en condiciones inseguras–; una cifra que los objetivos del milenio pretenden reducir en un 75%.
La declaración de Estambul, sin embargo, no recoge temas candentes de otros años, como el aborto como un derecho; asunto que sí se debatió en las primeras conferencias sobre desarrollo en El Cairo (1994) –cuando el Vaticano llamó a boicotear la conferencia y su declaración– y sobre los derechos de la Mujer en Pekín (1995). Y es que arrancar la firma a tantos y tan diversos países en un tema tan espinoso resulta complicado.
La mayoría, sin embargo, sí coincide (aunque algunos solo sobre el papel y no en dotación económica) en la importancia de la promoción de la salud reproductiva. “Todos los Estados necesitan avances en materias de planificación familiar, aunque no todos saben ver que tienen problemas de acceso”, reconoce Juan Carlos Grau, parlamentario del Partido Popular y portavoz de la Comisión de Cooperación Internacional. “Lograr líneas de actuación en común es complicado, aunque los retos para la mayoría de los países en cuestiones de salud sexual y reproductiva son similares; eso sí, con distintos niveles”, expone Carmen Montón, diputada del PSOE y portavoz en la Comisión de Igualdad en el Congreso. “Todos tienen los mismo problemas derivado de una sociedad patriarcal, aunque modulados por sus distintos niveles de desarrollo democrático”, añade.
La declaración que han firmado los parlamentarios hoy –en la que se da enorme importancia a la inversión económica de estos programas—sí pone el acento sobre otra llamativa realidad, la de la lucha emprendida por ciertos grupos ultraconservadores contra los programas de educación
sexual y planificación familiar; derechos que en muchos países se consagraron hace años.
“Prestaremos especial atención a las acciones de algunos grupos en todo el mundo encaminadas a socavar el programa de la CIPD (los objetivos de la ONU en salud reproductiva), especialmente el derecho de las personas a determinar el tamaño de sus familias”, dice.
Turquía conservadora
Un discurso conservador que puede tener puntos en común con el expresado esta tarde por el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que ante los parlamentarios mundiales ha clamado contra el aborto –“es un asesinato”, ha dicho–, ha afirmado que está en contra de las cesáreas,
y ha afirmado que uno de sus objetivos es lograr que las mujeres tengan tres hijos, para que aumente la población y con ella el desarrollo económico. Un discurso cuando menos llamativo en un foro que se reunía a hablar sobre temas como salud sexual, métodos de planificación familiar
y derechos de las mujeres y los jóvenes.
Erdogan ha aprovechado también para criticar la organización de Naciones Unidas –en alusión a las resoluciones de este organismo sobre Siria—y ha reconocido que la situación económica dificulta el logro de los objetivos del mileno. “Hoy el mundo atraviesa una de las peores crisis
económicas. La crisis ha menoscabado nuestra estructura social y política”, ha afirmado el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.
“En este panorama la escasez de recursos constriñe nuestros presupuestos y dificulta la inversión en los países en desarrollo. Quedan tres años para lograr los objetivos del milenio y las metas están cada vez más lejos”, ha añadido. Turquía, sin embargo, según Erdogan, aunque aún tiene muchas cosas por hacer, ha avanzado reduciendo sus tasas de mortalidad materna y ha mejorado el acceso a programas de salud reproductiva, atención en el embarazo y cuidado infantil.