La Cumbre Rio+20 puede ser Diferente
20 Enero, 2012 | Blog channel: General
La cumbre mundial en junio nos presenta una oportunidad única y justo a tiempo que no podemos desperdiciar para reunir a los y las líderes mundiales y garantizar un compromiso global para el desarrollo sostenible.
¿Alguien recuerda la conferencia de la ONU sobre el clima en Montreal en 2005? Terminó tarde como de costumbre, tras una sesión de negociaciones que duró toda la noche y rumores de fracaso. En la sala de embarque de regreso a casa, vi a un representante de una ONG con cara de sueño diciendo para la televisión: “hoy, hemos salvado al mundo.”
No lo hicimos. Incluso aquellos y aquellas que no estaban allí lo sabían, pero casi todos los eventos mundiales sufren de pretensiones exageradas. Así que la Cumbre Rio+20 2012 tiene una gran ventaja sobre los demás eventos globales: expectativas bajas.
Es hora de decirlo: Rio+20 puede y debe marcar la diferencia. Pero no hay perspectivas de lograr los avances que necesitamos en materia del cambio climático, la pobreza o en otras áreas sin un acuerdo global. Para entender por qué Río es tan importante y lo que podría lograr, tenemos que mirar hacia atrás y aprender las lecciones de las recientes cumbres mundiales.
Las cumbres mundiales por sí solas no garantizan el éxito. El compromiso del G-20 en 2010 para el “Consenso de Seúl sobre el crecimiento inclusivo y sostenible” no cumplió con el crecimiento inclusivo ni con el sostenible.
Y entonces, ¿por qué son importantes? Porque el mundo se enfrenta a una serie de crisis globales interconectadas donde las cumbres pueden, y a veces lo consiguen, garantizar el compromiso colectivo necesario para impulsar toma de acciones nacionales e internacionales. El Protocolo de Kioto fue la razón principal para que muchos países de Europa y el mundo hicieran un gran esfuerzo para reducir las emisiones de carbono y, en particular, para invertir en energías renovables. Gleneagles fue un factor crítico en la obtención de 19.000 millones de dólares en el gasto en desarrollo de 2005 a 2010. Las cumbres mundiales no son exitosas por si mismas, pero son un requisito previo para hacer posible el éxito.
Hay tres lecciones importantes
En primer lugar, las cumbres mundiales no hacen grandes promesas a menos que la sociedad civil lo exija. En segundo lugar, tenemos que mantener el rumbo, ya que convertir las promesas en acciones requiere de decisiones nacionales sobre los presupuestos, la reglamentación y legislación. La política nacional determina si se toman o no estas acciones. En tercer lugar, no se trata solo del comunicado. Con frecuencia, sobrestimamos la importancia de los resultados oficiales y subestimamos la importancia de las coaliciones progresistas que las cumbres pueden llegar a inspirar. El impuesto a las transacciones financieras fue apenas mencionado en el comunicado de la cumbre de 2010 en Cannes, a pesar de la aparición de una coalición mundialdetrás de una idea a la que sin duda le había llegado la hora.
La última Cumbre de Río en 1992 es un clásico ejemplo. Los resultados oficiales incluyeron la creación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y la Convención sobre Diversidad Biológica. Pero también, de forma grave, puso al desarrollo sostenible sobre la mesa. No garantizó el éxito en alguna área y hemos conseguido mucho, mucho menos de lo necesario. Sin embargo, fue un momento decisivo; el mundo se unió para establecer objetivos comunes, y se consolidó en la mente de los políticos y el público la idea de que estábamos entrando a una nueva era en la búsqueda del desarrollo sostenible. Esa energía nos ha sostenido tal vez por una década.
Ahora estamos apoyando la vida. Gran parte de la clase política mundial ha puesto el cambio climático en un archivo con título “muy difícil”. La búsqueda de una transición global hacia un futuro verdaderamente sostenible ha sido degradada por la crisis económica y financiera. Como dice el lema de la Cumbre Río+20, “es tu mundo”. Los temas de la Cumbre no son más importantes que esto. Es una oportunidad que no se repetirá pronto para que hagamos un compromiso conjunto de poner los derechos de las personas pobres en el centro mismo de la lucha. Debemos satisfacer las necesidades y aspiraciones humanas de puestos de trabajo, energía y salud sin violar los límites de la capacidad de nuestro planeta para absorber las emisiones de carbono y sin destruir nuestra escasa biodiversidad. Estos temas deberían ser el centro de nuestras políticas globales y nacionales.
Para que esto sea posible, tenemos que hacer tres cosas
En primer lugar, unirnos; el hecho de participar en movimientos sociales de América Latina y en otros lugares, con diferentes grupos ambientalistas, organizaciones de lucha contra la pobreza como Oxfam, en la Confederación Sindical Internacional y demás, crea un enorme potencial para lograr un movimiento fuerte y unido en Río+20. La reunión del Foro Social Mundial en Porto Alegre a partir de finales de este mes, será un momento clave para esto.En segundo lugar, debemos decir lo que queremos alto y claro. Los anfitriones brasileños están muy interesados en aportes significativos de fuera del proceso formal de negociación, y están sugiriendo formas innovadoras para obtenerlos. La seguridad alimentaria y la agricultura se están planteando por muchos como un sector clave en el que podría centrarse la cumbre. Oxfam está de acuerdo; necesitamos propuestas ambiciosas en este sentido. Colombia, Guatemala y otros proponen utilizar Río como un trampolín para elaborar los objetivos de desarrollo sostenible. Nuestras demandas tienen que inspirar a nuestros seguidores y al público, como un medio para hacer frente a la triple crisis económica, financiera y de pobreza.
En tercer lugar, tenemos que encontrar a nuestros héroes y heroínas. Tenemos que convencer a los líderes en el sector privado para salir del modo automático de “continuemos como si nada” como una estrategia de sostenibilidad, y para apoyar una acción significativa en Río+20. Tenemos que convencer a algunos líderes mundiales para que hagan de Río su prioridad personal. Hay indicios de que el Primer Ministro de China, Wen Jiabao, podría asistir, tras la visita del presidente de Brasil, Dilma Rousseff a Beijing en diciembre.
El multilateralismo global está en decadencia. Tenemos que obligar a nuestros y nuestras líderes a unirse para hacer frente a los problemas comunes. Río+20 es un momento en el tiempo. Al igual que Montreal en 2005, no va a salvar al mundo y no es necesario viajar hasta allí para ser parte de ella. Pero puede y debe marcar una diferencia…tenemos seis meses para que esto ocurra.
Publicado el 10 de Enero de 2012 en la web de The Guardian.
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